sábado, 16 de febrero de 2013

El asesino anda suelto.


Y no lo encuentro por más que lo busco. No como en los thrillers americanos que le dan vueltas y más vueltas al ovillo, hasta que aparece y... sorpresa, el que menos pensábamos, ¡Ese es!


En esta obra el asesino se esconde tras una maraña de pinceladas, hasta desaparecer por completo, fue la venganza del creador, que como un Dios caprichoso crea su golem y luego lo destruye.
Aquí el objeto pictórico es un pretexto para justíficar el comienzo de una nueva obra, y lo que es más gracioso es que te lo crées, hasta que se te va la mano y aquello se va cubriendo de pinceladas, zonas de color, color manchado, violado por otro en el mismo soporte, allí mismo sin pudor, ¡Con lo inmaculado y puro que era ese azul!...
La luz. Hay pinceladas que te estallan en los ojos y te dejan ciego por un momento, literalmente como cuando te dan un flasazo en plena cara, sobre todo cuando los colores de alrededor acompañan, aunque ellos no lo sepan, es por este tipo de cuestiones que entro en trance y no puedo dejar de cargar el pincel y zás, descargarlo sobre la tela, o lo que queda de ella.
Es como John Coltrane que no ponía límites a sus solos de xaxo y los apuraba según sus necesidades emocionales de ese momento.
Bueno aquí os dejo la pintura (si soy capaz de subirla)
un saludo y espero vuestros comentarios.