Acrílico sobre madera entelada de medidas: 80x60 cm. El cuadro se me fue de las manos y lo que empezó siendo una disposición ordenada de manchas de color, pretendiendo otro esquema distinto, terminó siendo un aquelarre de pinceladas impulsadas desde mi interior, y solo al final me paré a contemplarlo desde media distancia y a darle unos toques de carboncillo. Acababa de tener un subidón de dopamina. ¡ Esto había que repetirlo mas veces!
Algunas piezas de las que hago, ya sean cerámicas o pinturas, pasado algún tiempo, van subiendo de valor a mis ojos, aún sin saber porqué, me van gustando más y no me canso de contemplarlas. Bien es cierto que no a todas les pasa lo mismo y algunas corren peor suerte y terminan arrinconadas en algún lugar del taller, esperando un reciclado que las redima de su estado de abandono, que finalmente puede o no, llegar. Pero lo cierto es que ésta está entre las primeras.
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