Ese cuadro inacabado, a fuerza de mirarlo todos los días de trabajo, a veces de soslayo, le van creciendo ideas como si de una planta se tratara, un crecimiento lento, con sus ramificaciones y todo.
Por fin un día, a estas botas viejas le crecen unas tíbias de esas que andan enterradas por las cunetas de España, y el cuadro inacabado que en su día fue, termina su camino; pero todavía tiene fuerzas y germina una poesía como esta:
Tristes
legados de los antepasados
de las cunetas
De las
cunetas perdidas en la memoria
de alguna vieja
De alguna
vieja herida que ya no sangra
porque está seca
Seca como la
arena que se entremezcla
con tu osamenta.