martes, 29 de enero de 2013

Memoria del tiempo.

El tiempo en si mismo no tiene memoria, pero la mayoría de las veces somos nosotros los que le prestamos la nuestra a él. La memoria colectiva que tiene su recorrido a lo largo del tiempo se viene desarrollando hoy  a través de la historia y aún antes cuando la escritura no existía, la contaban nuestros ancestros a través de los cuentos y las leyendas. Los mitos que hoy día persisten nos remontan al principio de nuestra memoria colectiva, y  antes de ese principio también existiamos, pero no eramos conscientes de ello.
Es tan largo el tiempo que no se sabe ni donde empieza ni donde acaba, o si, si tenemos en cuenta la moderna, ya casi antigüa, teoría cósmica del Big-Bang, donde comienza en el mismo instante en que la singularidad explosiona creando un universo de materia que ocupa un espacio y que se va agrandando con el paso del tiempo.
Nuestra memoria personal a veces se solapa en el tiempo y no sabemos si una cosa nos pasó antes o despues que otra, o recordamos cosas que en realidad nunca ocurrieron, pero que asimilamos como si nos hubieran pasado de verdad, o bien guardamos imágenes fijas, de nuestra infancia, que no se nos van de la cabeza por mucho tiempo que haya pasado, o un olor nos devuelve a un pasado remoto donde todo era maravilloso y  todo estaba por hacer.
Hay quien la pierde poco a poco y para siempre, la memoria se va disolviendo como un azucarillo en una taza de café hasta que no queda nada de la persona en la que habitó y que la utilizó de la manera más natural sin darse cuenta de la herramienta tan prodigiosa que tuvo en su cabeza.
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 El paso del tiempo se va trenzando y aplastando allá al fondo, creando una maraña de historias, imágenes y sucesos y nosotros vamos caminando sobre ese tejido de la memoria sin saber cuando acabará finalmente.

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